En la tarde del 8 de febrero falleció D. Miguel Osés, que ha sido durante cuarenta años profesor de Erain. En cuanto se ha difundido la noticia han ido llegando al Colegio numerosos testimonios de cariño y de cercanía de muchos alumnos y de sus familias. Todos recuerdan a don Miguel como un buen profesor, respetado, cercano, motivador, volcado en los demás.

Uno de ellos comentaba que a D. Miguel le gustaba mucho su materia, la historia, pero sobre todo “enseñar” historia. Otros recordaban anécdotas de sus clases; las excursiones con él a las cuevas; la visita que hicieron a D. José Miguel de Barandiarán en Ataun; las increíbles historias de miedo que contaba en las convivencias; los días en el refugio de Belabarce. Y siempre, su sonrisa y el ánimo que transmitía, sobre todo después del tropezón en un examen o en otro momento difícil.

Cada principio de curso venía don Miguel con sus tesoros, fragmentos de vasijas romanas o ibéricas, que había ido recogiendo en tierras de Jaén, durante sus vacaciones, bajo un sol abrasador. Las mostraba con entusiasmo: “Mira, es terra sigillata”. Con una memoria muy feliz, recordaba con cariño a los alumnos y sus familias. Custodiaba el archivo gráfico de Erain y cada vez que los alumnos de una promoción volvían por el Colegio, disfrutaba preparando una exposición de fotos de su paso por las aulas, con la que reían reconociéndose unos a otros en su paso por el colegio: la llegada al primer curso con seis años, las fiestas deportivas, la tamborrada, etc.

En los últimos años D. Miguel comenzó a ir cada vez con más frecuencia a Pamplona para atender con cariño a su madre, que había quedado viuda, hasta que fijó en esa ciudad su residencia y viajaba a diario a Erain para dar las clases. Estos viajes se interrumpieron con el confinamiento del curso pasado.

Su salud fue siempre buena, pero el pasado verano le diagnosticaron una enfermedad grave, que los tratamientos no consiguieron detener. D. Miguel afrontó la enfermedad con entereza y, como buen cristiano, se preparó para ir al encuentro con Dios, con paz, sin perder la sonrisa.

Descanse en paz, don Miguel Osés.