Dos antiguas alumnas de Eskibel (Sonsoles Ortiz de Zárate y Thais Munuera) y un antiguo alumno de Erain (Iago Munuera), emprendieron en marzo un viaje a Polonia para llevar material médico y traer a refugiados de Ucrania a nuestra ciudad.  A través de esta entrevista nos cuentan cómo ha sido la experiencia, las peripecias del viaje y las acciones que se están llevando a cabo para seguir ayudando a este país en guerra.

Sonsoles: ¿Cómo surge la idea de prestar ayudar en la guerra de Ucrania?

Muy sencillo, un WhatsApp de Thais que me dice: “Idea peregrina al canto: estoy pensando en ir a Polonia a llevar material de ayuda humanitaria y recoger refugiados ucranianos…¿cómo lo ves?” Y yo, al momento, le dije que me parecía la mejor idea. Llevaba días dándole vueltas a qué hacer ante esta situación tan triste, además de rezar. Y esa fue la respuesta. Así que empezamos a montar el viaje.

Pedimos ayuda a todos los conocidos y familiares y la acogida fue increíble. Todo el mundo quiere ayudar, cada uno según sus posibilidades. Unos dando dinero para el viaje y para las familias que íbamos a traer, otros enviando material que pedíamos, otros ayudando a todas las gestiones del viaje, seleccionar y ordenar el material, cargar las furgonetas…Todos rezando y esto lo hemos notado mucho.

¿Cómo conectáis con ucranianos que querían venir?

Thais es muy amiga de Andry y Galyna, unos ucranianos afincados desde hace más de diez años en Gipuzkoa, que llevan a sus hijos al mismo colegio que ella. Ellos tenían una amiga que estaba intentando salir de Ucrania con sus hijos, y que querían acoger en su casa. Por medio de ellos contactaron con otros conocidos. Y luego fueron llamando de distintas asociaciones que se habían enterado que iban a Polonia a recoger refugiados, como la “Asociación Chernobil Elkartea”, para ver si tenían sitio en las furgonetas para traer a más.

¿Qué es lo que más te impactó del viaje?

Darme cuenta, con mis propios ojos, del drama personal de una guerra: la tristeza de las madres que dejan en Ucrania a maridos e hijos mayores, el horror de haber sobrevivido a un bombardeo, la incertidumbre respecto al futuro, la desubicación de los adolescentes, el desconcierto de verse necesitados de todo de repente….

Y la otra cosa que me impresionó: el pueblo polaco. Están volcados en ayudar a los vecinos ucranianos, se ponen perfectamente en su piel de refugiados, no escatiman esfuerzos para ayudar, todos, mayores y jóvenes. Y lo hacen con total naturalidad y sin darse importancia. Muy generosos.

¿En qué condiciones llegan las personas que traéis?

En shock. Al inicio del viaje de vuelta, nadie hablaba. En todo caso un susurro. Estaban tristes, desconfiados, cansados. Se nos ocurrió poner música tradicional ucraniana y, en una canción muy animada, la niña de 8 años empezó a llevar el ritmo batiendo palmas. Se le unieron los demás. Fue un momento precioso.

¿Cómo os comunicáis con ellos?

¡Lo más complicado! Algunos saben algo de inglés y otros sólo ucraniano y ruso. Nos entendemos a través de los que saben inglés.

¿Qué hacéis desde la Asociación Oriaberri para ayudar a las familias? ¿Qué es la Asociación Oriaberri?

Es una asociación familiar en la que vamos dando respuesta a las necesidades que nos plantean las familias: formación cristiana para los hijos pequeños, acción social colaborando con ONGs, cursos y sesiones para padres sobre educación de los hijos y educación afectivo-sexual, actividades para toda la familia…. Lo que nos pidan.

En este momento tenemos, sin comerlo ni beberlo, una red de contactos para las necesidades que van surgiendo de las familias que llegan en los distintos viajes: familias de acogida, ropa (tenemos un mercadillo perfectamente organizado gracias a montones de voluntarios), días de encuentro entre familias ucranianas, gestiones, clases de español, etc., etc…

¿Cómo podemos ayudar cada uno ante una situación de urgencia?

Aunque sea algo muy oído: lo primero, rezando. Lo digo desde la experiencia de notar el apoyo de la oración de mucha gente, incluso de gente que habitualmente no reza… El día que salíamos, una amiga que no es que suela rezar, me mandó un mensaje por Instagram diciendo que había entrado a una Iglesia para rezar por nuestro viaje. Me llegó al alma.

Y, cada uno, lo que pueda: familia de acogida, colaborar organizando el material que llega a Cáritas o puntos de ayuda, con aportaciones económicas (puede ser a Cáritas España o Polonia), ofreciéndose para acompañar a las personas que ya están aquí a hacer papeles, médicos, paseos o cualquier necesidad que tengan. Y acogiendo con mucho cariño y paciencia a los que conozcamos: es una situación tan extrema la que están viviendo, que es muy difícil que nos hagamos cargo de lo que sienten, pues a esto se añade la separación del idioma y una cultura diferente.

¿Lo volveríais a hacer?

¡De cabeza! Ya ha salido un segundo viaje que llegará en un par de días.

Más Información:

Si alguna persona quisiera ayudar de alguna forma en esta causa puede ponerse en contacto  la Asociación Oriaberri (Paseo Ayete nº25, Trasera. Donostia- San Sebastián)

https://opusdei.org/es-es/article/san-sebastian-refugiados-ucrania/