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La persona, lo primero. 

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El sábado día 10 de marzo celebró la 15ª promoción los 25 años del final de sus estudios en Erain.

Desde unos meses antes, D. Jesús Barbarin contactó con la promoción y con la ayuda de Juan Francisco Sevillano, Sergio Arana y alguno más , consiguió comunicarse con todos y concretar los detalles de la celebración.

El día señalado fuimos apareciendo poco a poco todos los que pudimos venir al festejo, alumnos y antiguos profesores. Nos recibió D. Enrique Orobiogoikoetxea, subdirector del Colegio. Al encontrarse unos y otros, las caras eran de sorpresa y alegría, en medio de grandes abrazos, y un más o menos sincero, ¡No has cambiado nada!

Agradecimos especialmente que vinieran desde Madrid D. Santiago López, D. Julio Íñiguez, y también la presencia de D. Luis Echarri, que desde hace unos años vive en Pamplona. D. Jesús Barbarin, que tanto empeño había puesto en organizarlo todo, avisó que estaba enfermo y no podía venir. Lo sentimos mucho.

Un buen grupo se animó a venir al colegio temprano para jugar un partido de fulbito, que estuvo muy animado. Todos dieron lo mejor en el partido, se diría que jugaban los mismos chavales de hace ya unos cuantos años. Para tranquilidad de todos, terminó el partido sin ningún lesionado.

A las doce celebró la Santa Misa D. Juan Vallinas, miembro de la promoción. Impresionaba ver revestido con los ornamentos sacerdotales a aquel compañero con el que acabamos de disputar elpartido, pero D. Juan -Juan para nosotros- habló en la homilía con la sencillez y el buen humor de siempre. Sus palabras a veces nos hacían reír, y otras nos hacían pensar. En la Misa hubo un recuerdo especial para D. Francisco Carrizo, fallecido hace unos días, y del que tan buenos recuerdos tenemos, y para todas las demás personas del Colegio fallecidas.

Acabada la Misa, estaba prevista una visita al Colegio, tan cambiado desde que lo dejamo, ya no existen los módulos de tejado metálico. Lo primero que quisimos ver fue lo poco que queda en pie de las primeras construcciones: el corredor cubierto que va de los vestuarios al taller de mantenimiento, y también el txoko donde jugábamos “a bancos”.

Después recorrimos los nuevos edificios, y D. Enrique nos explicó los pasos que ha ido dando el Colegio en estos años, y las perspectivas que se abren para el inmediato futuro.

La comida, en un comedor amplio y nuevo para nosotros, fue muy animada. Todos teníamos historias que contar y deseos de escuchar las andanzas de unos y otros. Terminada la comida, pasamos a tomar café al comedor de profesores y se proyectaron fotos de nuestra promoción que nos causaban asombro y nos hacían reír. Reconocerse con seis años en clase de D. Alfredo o un poco mayores en una excursión o en la tamborrada, o ya, hechos y derechos, en nuestra despedida del Colegio, era seguido de muchos recuerdos divertidos.

Para que la fiesta no decayera, Aitor Manterola quiso traer de su casa algo para tomar, se lo agradecimos mucho y el café se prolongó hasta media tarde.

Al despedirnos con un abrazo, el deseo de todos era que nos viéramos de nuevo, pero sin esperar otros veinticinco años.